La idea fue de dos alemanes, Falk
Wolsky y Daniel Kaesmacher, que se cansaron de corregir las faltas de sus
hijos. Por ese motivo decidieron crear una lapicera que de alguna manera se
encargara de "avisarles" cuando estuvieran cometiendo un error,
aunque este gran invento no solo sirve para corregir errores, sino que también
ayuda a mejorar la caligrafía, ya que sus creadores también le agregaron la
capacidad de vibrar cuando la letra sea demasiado ilegible. El dispositivo
puede funciona sobre cualquier tipo de superficie en la que funcionan las
lapiceras convencionales, trabaja a través del reconocimiento de los
movimientos de la mano y puede procesar y detectar errores gramaticales en inglés
y alemán.
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