martes, 19 de noviembre de 2013

GRAN ENCICLOPEDIA DE LA ASTRONÁUTICA (204): RAE

La radioastronomía, aquella que presta atención a las ondas de radio procedentes del espacio exterior, aumentó su importancia a medida que los científicos comprobaron que algunos fenómenos son mucho más brillantes en ventanas del espectro electromagnético distintas a la óptica. Aunque las antenas en la superficie hacen bien su trabajo, el próximo paso lógico era colocar en el espacio satélites sensibles a las ondas de radio cósmicas, aquellas que la atmósfera interfería habitualmente, de modo que la NASA quiso dedicar una subfamilia de su serie Explorer a este tipo de vehículos.
Los llamados RAE (Radio Astronomy Explorer) tendrían como objetivo “escuchar” el ruido cósmico en la longitud de las ondas de radio, y para ello estarían dotados de antenas particularmente largas. Objetivos prioritarios serían el Sol, Júpiter y la propia Tierra. El satélite, que fue encargado a la empresa Fairchild Hiller, tenía aspecto cilíndrico y medía 91 cm por 79 cm. Poseía un par de paneles solares que alimentaban baterías de níquel-cadmio, las cuales a su vez mantenían activos a varios tipos de receptores de radio y sensores diversos, aportados por el centro Goddard, responsable de la misión.
[Img #16690]El RAE-1, llamado también Explorer-38, fue lanzado el 4 de julio de 1968, desde la base de Vandenberg. Su cohete Delta-J lo colocó en una órbita elíptica, que el propio satélite se encargó de convertir en circular tres días después (5.861 por 5.851 Km, inclinada 120,6 grados). Después de un período de calibración, y con una vida útil prevista de un año, el RAE-1 empezó a detectar señales de radio de baja frecuencia (de 0,2 a 20 MHz), algunas desconocidas hasta la fecha. Su órbita permitiría mantener una situación de iluminación solar permanente durante seis meses, y otra de no iluminación durante otro medio año, para evitar que las tensiones térmicas perjudicaran el funcionamiento de las antenas.
El satélite detectó potentes radiofuentes procedentes del plano galáctico de nuestra galaxia, la Vía Láctea, y de objetos que en la gama óptica eran poco brillantes, como púlsares, cuásares y galaxias.
[Img #16691]
Desde su atalaya, el ingenio gozó de sus mejores momentos de observación cuando la Luna se interponía entre él y la Tierra, disipando por completo las interferencias procedentes de nuestro planeta. Especialmente interesantes fueron las mediciones realizadas de emisiones procedentes de la Galaxia y de varias otras fuentes cósmicas. Sin embargo, igualmente importante fue la detección de emisiones del sistema Joviano y del de Saturno, o la medición de la intensidad de baja frecuencia perteneciente al Sol. También la magnetosfera terrestre es responsable de emisiones de radio, tal como los instrumentos de a bordo se encargaron de registrar.

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